En la obra, hay una insistencia notoria, no solo en el prefacio y el prólogo, sino a lo largo de la pieza, con la necesidad de estos seis personajes de conseguir un autor que represente la tragedia que vivía cada uno, y de esta manera "cobrar vda": ya habían nacido vivos y querían vivir en cuanto a su esencia, en vivir como personajes, prepararlos y representarlos. Esto se puede apreciar en las palabras que expresa El Padre hacia El Director:
"(...) Porque quien ha tenido la suerte de nacer como personaje vivo, puede reirse incluso de la muerte. ¡No morirá jamás! Y para vivir eternamente ni siquiera necesita de dotes extraordinarios o realizar prodigios. ¿Quién era Sancho Panza? ¿Quién era Don Abundio? Y, sin embargo, son eternos, porque ¡tuvieron la suerte de encontrar matriz fecunda, una fantasía que supo nutrirlos y desarrollarlos, darles vida eterna!"
De esta manera se ejemplifica dicho interés por la familia en conseguir a alguien que los haga vivir, por medio del arte representado en escena. Bajo la notoria influencia de Cervantes -tomando a Don Quijote como arquetipo-, Pirandello trata a sus personajes como entes vivos e independientes a la literatura.
Pirandello toma como arquetipo la gran obra de Cervantes ya que Don Quijote se ajusta como un guante a su concepto de humor: la oposición de los ideales quijotescos a las prácticas del mundo real producen una oposición hilarante, pero que se vuelve trágica tras la reflexión profunda que implica hacerse consciente de que vivimos en una sociedad putrefacta en donde la práctica de los supuestos valores es objeto de burla. Esto, en resumen es la visión pesimista que caracteriza el humorismo
EL DIRECTOR. Está bien, está bien. ¿A
qué quiere llegar con eso?
EL PADRE. A nada, señor. Sólo a
demostrar que se nace a la vida de diferentes maneras, y en
muchas formas: árbol o piedra, agua o
mariposa... o mujer. ¡Y que también se nace como un
personaje!
EL DIRECTOR. (Con un fingido e
irónico estupor.) Y usted, junto a quienes lo acompañan,
¿han nacido como personajes?
EL PADRE. Exacto, señor. Y vivos, como
puede comprobarlo.
El DIRECTOR y los ACTORES
se ríen a carcajadas, como si se burlaran.
EL PADRE. (Herido.) Me apena
que se burlen así, porque llevamos en nosotros, repito, un
drama doloroso, como los señores
pueden deducir al ver a esta mujer vestida de luto.
O en esta
LA HIJASTRA. (Colocándose frente al
DIRECTOR, risueña, zalamera.) Puede creer, señor,
que somos de verdad seis personajes
interesantísimos. Lamentablemente frustrados.
EL PADRE. (Apañándola.) ¡Sí,
frustrados, eso es! (Al DIRECTOR, de inmediato.) En el sentido,
claro está, de que el autor que nos
dio vida, después no quiso o no pudo materialmente introducirnos
en el mundo del arte. Y de verdad que
fue un delito, señor, porque quien ha tenido la
suerte de nacer como personaje vivo,
puede reírse incluso de la muerte. ¡No morirá jamás! Y
para vivir eternamente ni siquiera
necesita de dotes extraordinarias o realizar prodigios. ¿Quién
era Sancho Panza? ¿Quién era don
Abundio? Y, sin embargo, son eternos, porque —semillas
vivientes— ¡tuvieron la suerte de
encontrar una matriz fecunda, una fantasía que supo nutrirlos y desarrollarlos,
darles vida eterna!
EL DIRECTOR. ¡Todo lo que dice está
bien! Pero ¿qué quieren aquí?
EL PADRE. ¡Queremos vivir, señor!
EL DIRECTOR. (Irónico.) ¿Por
toda la eternidad?
EL PADRE. No, señor. Por lo menos un
momento, a través de ustedes.
UN ACTOR. ¡Qué ocurrencia!
LA PRIMERA ACTRIZ. ¡Quieren vivir en
nosotros!
EL ACTOR JOVEN. (Señalando a la HIJASTRA)
Por mí no hay problema, si a mí me toca ella.
Estos fragmentos resultan ser los más
representativas entre el tono cómico que es ver a uno personajes intentando
buscar su lugar en una obra teatral dentro de una obra teatral y la parte
trágica que es la frustración de ellos de que no son tomados en serio y son
objeto de burla entre el director y los actores. Como dice en el ensayo Quijote
– Pirandello: Pirandello relata en El humorismo que si bien nos reímos con las
desgracias del caballero andante acto seguido pasamos a considerar el
sentimiento del contrario y la imagen de Don Quijote se vuelve trágica. Por ende, la locura es una característica fundamental en la obra de Pirandello, ya que es a representación viviente del desajuste entre la realidad y el ideal
Toda esta estructura está diseñada para demostrar que el mundo está lleno de máscaras vacías, máscaras tras las cuales no se esconde ninguna verdad. La labor del humorista es, entonces destruir las máscaras, mas no revelar ninguna verdad novedosa, puesto que es consciente de la imperfección de la realidad. En sus propias palabras: "el humorista no reconoce al héroe, sólo reconoce el ideal, sabe que es la leyenda, que ésta no es más que forma, composición y que el papel del anti-héroe es descomponer, desenmascarar, pero no construir"
Pirandello, siguiendo el ejemplo de Cervantes, toma la realidad es una masa moldeable al antojo de la fantasía. Realidad e imaginación e funden en una línea, en un mismo plano para plasmar en una imagen lo difícil que es separarlas; donde poco importa diferenciar personajes de actores, porque a fin de cuentas están igual de vivos.
EL DIRECTOR. ¡Nada! Por ahora sólo quédense mirando y escuchando. Después cada uno
EL DIRECTOR. ¡Nada! Por ahora sólo quédense mirando y escuchando. Después cada uno
tendrá su parte debidamente escrita.
Ahora haremos un ensayo, como salga. ¡Lo harán ellos!
(Señalará a los PERSONAJES)
EL PADRE. (Como sorprendido en
medio de la confusión del escenario.) ¿Nosotros? ¿Cómo
es eso de un ensayo?
EL DIRECTOR. Un ensayo. ¡Un ensayo
para ellos! (Señalará a los ACTORES)
EL PADRE. Pero si los personajes somos
nosotros...
EL DIRECTOR. Está bien, ustedes son
«los personajes» Pero aquí, estimado amigo, no actúan
los personajes. Aquí actúan los
actores. Los personajes están allí, en el guión (señalará al foso
del APUNTADOR), ¡cuando
haya un guión!
EL PADRE. ¡Por eso mismo! Ya que no lo
hay y tienen la suerte de tener vivos a los personajes
delante de ustedes...
EL DIRECTOR. ¡Genial! ¿Quieren
entonces hacerlo todo ustedes? ¿Actuar y presentarse por
sí solos delante del público?
EL PADRE. Claro, tal y como somos.
EL DIRECTOR, ¡Ah! ¡Le aseguro que
harían un bonito espectáculo!
EL PRIMER ACTOR. ¿Entonces qué estamos
haciendo nosotros aquí?
EL DIRECTOR. ¡No imaginarán acaso que
ustedes van a representar los papeles! Si ustedes
dan risa... (Los ACTORES, en
efecto, reirán.) ¡Ahí lo tiene, mire, se ríen! (Recordando.) ¡A
propósito! Será necesario asignar los
papeles. Es fácil. Ya están asignados por sí mismos (a la
SEGUNDA ACTRIZ): Usted, señora, será
la Madre. (Al PADRE) Habrá que darle un nombre.
EL PADRE. Amalia, señor.
EL DIRECTOR. Pero es el nombre de su
esposa. ¡No querrá que la llamen con su verdadero
nombre!
EL PADRE. ¿Y por qué no? Se llama así.
Aunque, claro, si tiene que representarlo la señora...
(Apenas señalará con
la mano a la SEGUNDA
ACTRIZ) Yo la miro a ella (señalará a la
MADRE) como Amalia, señor. Pero haga
usted lo que... (Se turbará cada vez más.) No sé qué
decirle... Empiezo... No lo sé,
empiezo a sentir falsas mis propias palabras, con otro sonido.
EL DIRECTOR. ¡No se preocupe por eso!
Ya nos encargaremos nosotros de dar con el tono
adecuado. Y si es por el nombre, si
usted quiere «Amalia», será entonces Amalia, o
buscaremos otro. Por ahora
designaremos a los personajes de esta manera (al ACTOR
JOVEN): usted, el Hijo; (a la PRIMERA
ACTRIZ) usted, la señorita. La Hijastra, se supone.
LA HIJASTRA. (Risueña.) ¿Qué
cosa? ¿Yo, ésa? (Estallará en risas.)
EL DIRECTOR. (Furibundo.) ¿Qué
le da tanta risa?
LA PRIMERA ACTRIZ. (Indignada.) ¡Ninguna
ha osado jamás reírse de mí! ¡O se me respeta o
me voy!
LA HIJASTRA. No me interprete mal. No
me río de usted.
EL DIRECTOR. (A la HIJASTRA)
Tendría que sentirse honrada por ser representada por...
LA PRIMERA ACTRIZ. (Rápida, con
desdén.) «¡Ésa!»
LA HIJASTRA. Pero si no lo decía por
usted, créame. Lo decía por mí, que no me reconozco
en usted. No lo sé, es que... ¡no se
parece a mí en nada!
EL PADRE. ¡Eso es! Mire, señor.
Nuestra expresión...
EL DIRECTOR. ¿Pero qué expresión?
¿Creen tenerla ya en ustedes? ¡En absoluto!
EL PADRE. ¿Cómo? ¿No tenemos expresión
propia?
EL DIRECTOR. ¡En absoluto! Su
expresión se convierte en materia aquí, gracias a que le dan
cuerpo y figura, voz y gesto los
actores, quienes —por su destreza— han sabido expresar materias más altas
incluso. Por más que sea pequeña su expresión, se sostendrá en la escena,
créame, gracias al mérito exclusivo de
mis actores.
EL PADRE. No me atrevo a
contradecirlo, señor. Pero de verdad que es indignante para
nosotros que se nos vea así, con estos
cuerpos y figuras...
EL DIRECTOR. (Cortándolo,
impaciente.) Eso se corrige con maquillaje, estimado amigo, con
maquillaje, en lo que toca a la
figura.
EL PADRE. Sí, pero la voz y el
gesto...
EL DIRECTOR. ¡Seré sincero! ¡Usted,
tal como es, imposible! ¡Aquí tenemos al actor que lo
representa y punto!
En la introducción a su ensayo sobre el humorismo. Pirandello hace una introducción sobre el significado primitivo de la la palabra humor en la cual sugiere que el humor es una especie de sustancia dadora de vida que debe mantenerse en un cierto equilibrio. No es el mero hecho de hacer reír mediante una morisqueta como haría un vulgar comediante, es drenar las fallas humanas por medio de la contradicción cómica.
De acuerdo al prólogo de Francisco Nieva, en "Seis personajes en busca de un autor", Pirandello propone que la realidad verdadera es la realidad del teatro, ya que este representa una forma ficticia y sincera de la realidad. Es una obra que exige una flexibilidad expresiva por parte de los actores que sea capaz de exponer al expectador ante esta -verdadera- realidad de la forma más pura.
En esencia el teatro de Pirandello no es una colección de simbolismos, ya que esto supondría darle carácter de fábula a un drama auténtico; únicamente parte de la humilde premisa de que nada es lo que parece, y que quizás lo que está al revés es la sociedad
De acuerdo a las palabras de Pirandello en el prefacio de la pieza: "La sátira radica en el hecho de que mis personajes se desesperan por desautorizarse en el papel que tiene cada uno en su drama, mientras yo los presento como personajes de una comedia distinta, que ellos no saben ni sospechan, de manera que su agitación pasional, propia de los procedimientos románticos, está tratada humorísticamente, montada en el vacío"
"Las ideas de "El Qujote" en las ideas estéticas de Luigi Pirandello. Cristina Carrasco. 2006
"El humorismo". Luigi Pirandello, 1921
Prólogo de Francisco Nieva para "Seis personajes en busca de un autor"
Prefacio a "Seis personajes en busca de un autor"